lunes, 4 de junio de 2018

Lo político, lo educativo y el sujeto.

La política, como ejercicio de poder propio de la comunidad, no se encuentran en la sociedad actual como así tampoco en las aulas de las escuelas. Si queremos una comunidad que no permita su desgaste y alienación,  representantes e instituciones que no conciban la fetichización del poder que se les ha delegado, debemos cambiar la actividad en las clases. 

La enseñanza no puede permitir los baluartes narcisistas que hacen al docente único poseedor del poder (saber) , ni aceptar el lugar de obediencia y receptividad para el alumno. 
Las nuevas propuestas pedagógicas y didácticas (como el modelo dialogante  que plantea Zubiría Samper en el texto "los modelos pedagógicos"; o el aprendizaje por medio de la resolución de problemas, del texto de Sanjurjo y Vera), dan valor a la actividad del estudiante y el docente adquiere la posición de acompañante y guía en el proceso de aprendizaje del alumno.  
El conocimiento es una actividad, un ejercicio de todos. El estudiante no queda inactivo y excluido del conocimiento (como cuando se fetichiza el poder en el campo político) y el docente tampoco es dueño del saber (como cuando la potesta ejerce poder desde la autorreferencia). El alumno va actuar por su propia necesidad de aprender (ejercicio del poder para cubrir las necesidades) y el docente con un poder delegado (de la necesidad de aprender del alumno, aunque siga existiendo cierta asimetría propia del papel ) actuara en pos del bien del alumno. Desde los sus saberes disponibles y los recursos (medios) que posibilitan la construcción de conocimiento. 
 Como esta en el texto de Enrique Dussel:
 "Imposible es motivar a la juventud que decide emprender el oficio de político (o los que ya lo eligieron en su juventud hace tiempo) por virtudes de antaño, o por valores abstractos de una sociedad aristocrática en decadencia."
Mas abajo continua: 
"No es entonces imposible imaginar que el que elige la profesión de político rápidamente acepte las propuestas de Fausto y "venda su alama al demonio" de fetichización usando el ejercicio del poder para sus propios fines, personales o de grupo".  

Por supuesto, estos "valores y virtudes" de las que habla Dussel se "ven" en la actividad del campo educativo. Un docente que enseña contenidos fundados en su propia autoridad como omnisapiente  y exigiendo por a los alumnos una adaptación a ellos(como exigen los modelos tradicionalistas), en vez del docente adaptar esos mismos contenidos a la disponibilidad y necesidad (de desarrollo de capacidades, no solo de aplicación en la vida cotidiana) de los estudiantes. Pretende ser un modelo en el cual el poder político (en el campo educativo saber) pertenece a las instituciones que ejercen desde la autorreferencia y elijen la obediencia de quienes deberían servir, que luego los "jóvenes" repetirán mas allá del ámbito escolar desde el oficio político (quien busca ser el del poder, que en la escuela no pudo ser) hasta el resto de la comunidad (continuando su obediencia y silenciamiento). 
Esto no significa una clase absolutamente dirigida por la voluntad de los estudiantes (tal como permite el modelo autoestructurante), ya que se perdería la comprensión de las redes conceptuales y se debilitaría el pensamiento hipotético-deductivo, es decir, se  reduce a la actividad cotidiana y a una reconstrucción imposible de toda la historia de la humanidad  en la construcción de los saberes. 
Sino, es el reconocimiento del papel activo de los estudiantes así como también en el docente.


Bibliografía:

DUSSEL, Enrique. 20 tesis de Política. Editorial Docencia. Buenos Aires. 2013. (selección) Tesis 1 a 5. 
DE ZUBIRÍA SAMPER, J: Los modelos Pedagógicos. Hacia una pedagogía Dialogante. 2006. Artículo Web. 
SANJURJO, L Y VERA, M: Aprendizaje significativo y enseñanza en los niveles medio y superior. Homo Sapiens. Rosario. 1997. (capitulo 1). 

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